Con apenas 50 años de edad, un cúmulo de premios artísticos y una vida atormentada por traumas de su niñez robada por el talento, murió el Rey del Pop, Michael Jackson. Realmente me dio pena escuchar la noticia de su temprana muerte, y en mi mente, no pude evitar recuerdos de sus canciones de cuando yo vivía en Cuba, de un disco con la foto de los Jackson five y su voz de falsete con tremenda melodía que superaba a sus hermanos. Realmente un genio, un niño prodigio que nunca tuvo infancia porque sus juguetes se convirtieron en micrófonos, ensayos y giras agotadoras. Es el precio de la fama, aún cuando se es todavía un niño. Luego sus problemas llevados a la prensa hasta el cansancio, los chismes, los descréditos y todo cuanto rodea siempre a una celebridad. Pero lo que quedará siempre de este genio artístico será su indiscutible talento, y es así como estoy segura que el mundo entero lo recordará.
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