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"ARTE SOY ENTRE LAS ARTES. Y EN LOS MONTES, MONTE SOY"
JOSE MARTI.

lunes, 30 de noviembre de 2009

ARTICULO DE ESTEBAN CASAÑAS LOSTAL (COPIADO DE "SECRETOS DE CUBA")

(En la foto: Esteban Casañas Lostal, Ninoska Pérez Castellón, Mirta Iglesias e Iliana Curra en el Versailles).

EL PIONERITO ESTEFANÍA
QUIERE QUE LE ESCRIBAN.

Estefanía es el director del periódico digital “Cubanuestra”, yo me inclinaría a rebautizarlo como “Cubasuya”, muy de él. Tampoco es un periódico en todo el sentido de la palabra, eso lo demostró en su pasada visita al programa de María Elvira. Muy sencillo, publica todo lo que caiga en el jamo y provoque controversias, poco importa si es una abominable infamia recibida desde la oscuridad del anonimato y se preste para herir a otras personas. En la guerra y en el amor todo se vale, dirá este extraño personajillo, valiente periodismo, agrego yo.Después de varios años de encarnizados ataques en contra del exilio cubano de Miami, Carlitos se monta en un avión y se presta a lamerle el trasero. Sabe bien que ello es posible porque ese exilio mil veces vilipendiado por su pluma y desprestigiado en su periódico, no es tan fiero, yo diría que noble y solidario, pero nos diferenciamos en que observamos con prismas diferentes. Después, un reguero de fotos y escritos sobre su aventura adornarán su periódico, acababa de descubrir América, pienso yo, solo que esa América inocente concentrada en La Florida, no acaba de descubrirlo a él.Su mimetismo es impar, pero con el tiempo se le han agotado los colores y acaba por dominar el rojo, rojito, eso es. De proyección inicial anarquista, liberal, socialdemócrata, etc., y etc., no puede esconderse detrás de tantos disfraces y se presenta tal cual es, un sublime comunista que no acaba de salir del closet y trata de explotar la ingenuidad de los demás. ¡Hurra! Su viaje ha sido una victoria, como lo es también su teoría del diálogo, eso piensa.Hoy encuentro accidentalmente un articulillo en su blog donde me ataca con saña, no solo a mí, lo hace también con Ileana Curra y con el señor Resillez. Debo confesar que no conozco al señor Resillez, ¿quién no conoce a la Curra?, poco importa, han hecho algo que molesta al pionerito y no me incomoda encontrarme en el mismo saco, creo que me place sabiendo que ambos no les son de su agrado. ¿Qué hice que le molestara tanto y obligara a distraerse en mi persona? ¿Tal vez aquel artículo escrito sobre la señora “Cucú”? ¿Quizás mi opinión sobre el concierto de Juanes? ¿Pudo ser aquel donde me divorcié de “Cubasuya”? ¡Vaya usted a saber y cuántas veces más tendrá que molestarse! Yo soy así, controversial, inconforme, rebelde, polémico, perturbador, bocón, etc., eso sí, nada, absolutamente nada de dialoguero. ¡Ahhhh! Les debo una explicación, me divorcié de “Cubasuya” a raíz de un artículo publicado en ese periodiquito. No era un articulillo cualquiera, era la reproducción de uno publicado en un periodicucho de tirada libre en Montreal, era la reproducción de un articulillo cargado de veneno en contra de este país y firmado por un “supuesto” agentico de Castro en esta ciudad muy amigo de Estefanía. Esa no era solamente la razón que me empujara definitivamente a “abandonar” mi colaboración con “Cubasuya”. En el transcurso de los años que fueron publicados “algunos” trabajos míos, y debo detenerme en ese “algunos” señalado entre comillas, se excluyeron demasiados trabajos que atacaban directamente a la tiranía de Castro y se publicaban solamente los cuentos costumbristas. Luego, te detienes a leer con cuidado todo lo que allí se publica y encontrarás la balanza de opiniones convergentes con la política a favor de Castro en una posición más favorable que la de los oponentes, ¿me equivoco? Esto es en términos generales la política editorial de ese periodiquito dirigido por el pionerito Carlos Estefanía. Todavía hoy me pregunto ¿hasta qué punto puede existir ingenuidad en este lado del Atlántico y se le brinde apoyo a este camaleón cubano en distintos órganos de prensa del ciber espacio? Yo, como intransigente que soy ante sus ojos, no le brindo ni le brindaré esa oportunidad.Apartándonos de la línea editorial de “Cubasuya” y concentrándonos en su proyección personal, encontraremos excesiva convergencia entre sus puntos de vistas y opiniones con las del gobierno cubano, demasiada casualidad que no es fácil de digerir por quienes nos criamos bajo ese régimen. Carlos Estefanía es más anti-exilio y norteamericanos que todo el Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Su estúpida lucha en contra del bloqueo no tiene parangón en toda la historia de la diáspora cubana y una de las principales justificaciones para atacar al exilio de Miami. Cuanta declaración tenga sus raíces en individuos que de una u otra manera han estado vinculados a la tiranía de nuestro país, encontrarán un firme eco y apoyo en “las plumas” de este personajillo. Su prisma siempre revelará ese lado positivo que no hemos podido encontrar los cubanos durante medio siglo, poco importan si vienen de Mariela Castro, el nieto del Ché, Silvio Rodríguez, etc., para Estefanía se están produciendo “cambios” trascendentales en nuestra tierra, y lo peor, existen tontos que se lo creen.En ese articulillo escrito con una de sus plumas, Estefanía lo rocía con algo de su veneno, dijo en una de sus partes: …Pero a diferencia de Casañas o Curra, que crecieron y sin duda entregaron los mejores años de su vida al castrismo, no importa las poses de intransigencias que ahora adoptan… No puedo responder por la Curra, creo que los años pasados en prisión por esta cubana deben ser su mejor pasaporte. Por mi parte no hay espacio al misterio, casi toda mi vida se encuentra al acceso del dominio público y no vale la pena gastar cuartillas a modo de justificación. Fui marino por vocación y frenado mi ascenso por no pertenecer al partido, si eso significa “entregarle los mejores años de mi vida al castrismo”, puede que estés en lo cierto, siento que perdí los mejores años de mi vida tratando de construir el futuro de mi país, solo que yo no identifico a mi país con una ideología. Pudiéramos decir lo mismo de todos los obreros, intelectuales, ingenieros, médicos, etc. Todos los de mi generación y las posteriores cayeron en la misma trampa, pero un día pude escapar y lo hice. ¿Por qué no le cuentas al público algo de tu pasado? ¿No eres un hijito de papá? No perteneces a esa clase que vaciló y vacila al costo del sudor de esos millones de seres que sin duda “han entregado los mejores años de su vida al castrismo”, ¿por qué no lo cuentas como nosotros, a qué le temes? ¿Pudieras profundizar en ese evento universitario de la década de los noventa? ¿En qué año te quedaste en el extranjero? ¿Cuándo comenzaron tus faenas a favor del gobierno cubano? ¡Qué lástima! Hubo un ex-marino y prisionero político cubano con residencia en Suecia que me alertó sobre tus correrías y desmanes en contra de las organizaciones de cubanos en ese país, creo que ya falleció el hombre y no puedo traerlo, ¿sabes de quién hablo?Creo que te he dedicado demasiado tiempo y espero haberte complacido. Muchas gracias por agruparme junto a Ileana Curra para desarrollar tu ataque, me honras y créeme, trataré de ponerme en contacto con ella para que te done uno de sus ovarios, los necesitarás a falta de algo que llevamos los hombres que nos negamos a rendirnos y no andamos mendigando por dialogar con sordos.

Esteban Casañas Lostal. Montreal..
Canadá.2009-11-26


lunes, 16 de noviembre de 2009

ESTE POST FUE ESCRITO POR ALGUIEN QUE ME "AMA" TANTO COMO A SÍ MISMO: JAY MARTÍNEZ. LO PUSO EN SU PÁGINA EN PUERTO RICO.

¿SU OBJETIVO? INTENTAR DESACREDITARME, PERO SUS ATAQUES CONTRA MÍ PERSONA NO LLEGAN NI AL TOBILLO, NO TIENE CON QUÉ. AQUÍ LES DEJO SU "GATILLERA POR ENCARGO" QUE ESCRIBIÓ ESTE SEÑORITO SIN GARANTÍAS.

GATILLERA POR ENCARGO.

Ya me llamaron para decirme que a ella no se le pagaba, aunque trabajaba alli pero no cobraba por insultar y difamar a todo el que ella le de la gana, claro vivimos en una democracia y todo es permitido los demas difamamos ella no , ella tiene la verdad absoluta y su condicion de ex presa ''politica'' le da la licencia para masacrar a todo el que no este en la linea de pensamientos de ellos muy parecido a la forma en que la SEGURIDAD DEL ESTADO en Cuba trabaja.

No es una gatillera de reputaciones es una ''analista''politica muy objetiva. solo se le conocen dos trabajos en la FUNDACION de donde se comenta que la botaron. y su actual empleo que es algo asi como una especie de Botella pues no creo que tengan mucho que hacer alli 40 horas a la semana que no sea enviar carticas y tarjeticas a la Casa Blanca, y escribir uno que otra carta que no llega a ninguna parte, o alguno de esos comunicados de oposicion para ayudar a la libertad de Cuba.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

NOCHE CUBANA CON ALBITA
















El Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), como parte de su cena anual que contará con la actuación de la cantante cubana Albita, celebrará una subasta silente con varios pintores cubanos. Ninoska Pérez Castellón, periodista y conocida comentarista radial nos ha sorprendido con una serie de dibujos que serán subastados esa noche.

Son caras cubanas, Ninoska prefiere llamarlas “Habaneras”. Los vitrales, los elaborados rasgos que se encaracolan como rejas, obra de algún romántico orfebre de antaño, las flores, los colores, la búsqueda de alguna o ninguna simetría giran en torno a rostros que, a pesar de pocos rasgos, no han perdido su expresión. Son definitivamente mujeres de una ciudad perdida que, a pesar de la distancia, mantiene el ojo fijo en el regreso.
Recuerdos que no se lleva el tiempo, fijación con un tema recurrente, todos girando en las cabezas de mujeres que tenían que embellecerse para que el esplendor de La Habana no las opacara.

Refiriéndose al film de Andy García, Ninoska escribió:
“La Habana de mis sueños era una ciudad de luces. No la de llamativos anuncios lumínicos que abundaban por doquier. Yo recuerdo la luz de un sol quemante, brillante, que se deslizaba por las rendijas de las persianas de madera y le daba aun más intensidad a los colores de los vitrales de viejos ventanales. El atardecer brillaba con un resplandor ámbar que poseía el calor y la familiaridad de un prolongado abrazo.”

Esos son los rostros que Ninoska ha plasmado en tintas y papel para su causa favorita: la libertad de Cuba. Los dibujos que también incluyen una serie de “Caracoles Cubanos” serán subastados el sábado 21 de noviembre en la Noche Cubana con Albita del Consejo por la Libertad de Cuba que también incluirá a los artistas Miguel Ordoqui, Armando Roblán, Jose Evelio, Yoli Recio, Gilberto Marino y los Hermanos Currás y tendrá lugar en el Hotel Doubletree (Antiguo Radisson) 711 N.W. 72 Avenida, Miami, Florida.

Emilia Serpa

Para más información : 305-441-0313

lunes, 9 de noviembre de 2009

MONÓLOGO DEL CONDENADO (CUENTO)

Por: Iliana Curra

Empecé a fumarme el cigarro que tenía guardado. Como si supiera de antemano que sería el último. Es más, estoy convencido que será lo último que haré en la vida, ya que, siempre que fumo, me tranquilizo. Fumar me da sosiego, aunque sé que es un vicio que nunca me pude quitar. Me gusta aspirar suavemente y luego ver como el humo blanco y suave sale por mi nariz, despacio. Como si no tuviera prisa en ser libre y gustara de quedarse encerrado en mis pulmones.

Ayer vino a verme el oficial que me atiende. Digo “me atiende” porque es así como ellos quieren verlo. Realmente lo que hace es reprimirme. Cada vez que viene, sale molesto y gritando de aquí. Al parecer no le caigo nada bien. Ese es su problema. De todas formas ya no tengo nada que perder.

El silencio de este lugar me gusta, aunque a lo lejos a veces siento los gritos desesperados de aquellos que casi se vuelven locos por el encierro y los castigos. Ya yo pasé por eso. El proceso es lento, y la desesperación es tanta que parecen años. A fin de cuentas los años pasaron tan rápidos como segundos. ¡Es una ironía de la vida!

Me dijo el oficial que pensara bien las cosas porque me quedaba poco. ¡Como si me interesara realmente lo que me queda! Es más, a veces quisiera que fuera más rápido el final. Parece que él desconoce cómo me siento. ¡Y todavía dice que estudió psicología! No entiende que todo está hecho, y que no voy a decir jamás lo que sé. Por eso he llegado hasta donde he llegado, pero que no quiere darse por vencido.

Este lugar me gusta por su tranquilidad. Ni siquiera sé dónde queda, pues me trajeron con los ojos casi tapados. Es una celda tapiada por la puerta, pero la ventanilla del fondo está abierta, aunque muy alta. Está hecha con unos barrotes bien gruesos. Cortarlos es casi imposible. Aunque en la vida nada lo es. Siento el rumor del mar, como olas chocando contra los arrecifes, y sobre todo ese grato olor a salitre. Me gusta ese olor, es algo que también me da paz.

Me gustaría, si pudiera pedir, que al morir exhumaran mi cadáver y las cenizas las tiraran al mar. Es mar es inmenso. Es fuerte y agresivo en ocasiones, pero a veces su calma es impresionante. Mis cenizas pudieran esparcirse por donde quisieran sin tener que estar cerradas en una caja cualquiera. Ya bastante encierro ha tenido mi cuerpo para continúe así después de mi muerte.

Dice el oficial que cuando salga de mí, se va a emborrachar de la alegría. A veces algunas personas me confunden con su forma de actuar. Pudiera emborracharse cuando quiera, porque en mí nunca ha estado, ni yo en él. Lo único que nos ha hecho chocar ha sido su caprichosa manía de interrogarme y hacerme la vida un martirio. Cosa que de hombre a hombre jamás se hubiera atrevido. Por eso tiene que andar con sus guardias armados que lo custodian para que no tenga miedo. Porque eso es lo que tiene, mucho miedo.

Este cigarro sabe un poco a humedad. Parece que este lugar tiene tanta que me lo ha mojado un poco. De todas formas me sabe a gloria, pues sé que es el último y por eso lo aspiro con suavidad. Quiero dilatar lo más posible la satisfacción que siento al aspirar y soltar ese humo que blanquea el espacio reducido donde me encuentro. En esta oscuridad me gusta ver el anillo encendido que se crea del cigarro. Es como una pequeña luz en mi vida, en esa vida que pronto tendrá que irse por otros derroteros. ¡Sabe Dios adonde!

Sería interesante saberlo. ¿Acaso me encontraré con otros que también murieron? Realmente hay muchos que no quisiera toparlos otra vez en mi vida…Bueno, ya no sería en la vida, sería en la muerte. ¿Cómo será la muerte?

Siempre he tenido curiosidad sobre la muerte. Si es verdad que al morir vamos a un lugar específico, o andamos por ahí como espíritus perdidos en las tinieblas de cualquier espacio. Me gustaría saber a dónde irá mi espíritu al salir de mi cuerpo. ¿Daré luz a alguien? ¿Perseguiré, quizás, a aquellos que dañan la integridad humana de los vivos? ¿Podré, acaso, pensar cuando esté muerto?

Recuerdo que cuando niño no temía a nada. No tenía miedo ni pasar por el cementerio de mi pueblo. Los otros muchachos se aterrorizaban, y yo les hacía bromas para divertirme viéndolos correr. Hasta que un día a Felito por poco le da un infarto. ¡El pobre! Después de eso tuve que limitar mis bromas con ellos.

Pensándolo bien, creo que nunca he tenido miedo a nada. Algunos, incluso, me creían loco. Y no es que sea más valiente que nadie, simplemente no tenía miedo. Ahora mismo, no tengo miedo morir.

El silencio de este lugar es parecido, supongo, al de los sepulcros. Es como estar enterrado en vida. Esta quietud me relaja al extremo. Siento que me queda poco, pero estoy tranquilo, muy tranquilo. Lo único que me preocupa es mi familia. Ellos no comprenden. No pueden entender porque voy a morir, y yo tengo la culpa de que no entiendan. Siempre los quise tener alejados del peligro al que siempre estuve expuesto, y ahora no saben bien el por qué de todo esto. Hasta pueden pensar que son locuras mías. Quizás tengan un poco de razón, porque hay que estar loco para involucrarse en la lucha por tus propios derechos. Esos mismos derechos tienes que arrancárselos al absolutismo porque no te dan otra opción, y después viene lo peor cuando no lo logras.

Está haciendo un poco de frío. Debe ser propio de la humedad que tienen estas paredes. Ese ruido del mar parece como una música al oído. De faltarme, creo que no me sintiera tan bien aquí.

No puedo evitar pensar en los míos. Ese último encuentro que tuve con mi madre, fue desgarrador. A pesar de mi fortaleza espiritual no pude evitar llorar como un niño cuando se fue. Estaba deshecha. ¡Si supiera cuánto la amo! Que todo lo que he hecho en mi vida ha sido precisamente por ella y por mis hijos! Ojalá algún día entiendan mi realidad, que es la de ellos mismos.

¡Mis hijos! ¿Qué estarán pensando de mí en estos momentos? Yo los alejé para evitarles más dolor. Un sacrificio emocional que quizás les hizo más daño. Apenas pude darles el cariño que se merecían, a pesar de haberlos querido tanto. ¡Mis hijos! Ojalá pudieran saber que su padre no es lo que les han dicho estos sicarios. ¡Todo lo que he hecho ha sido por ellos mismos, por todos!

Presiento que está llegando el momento. El cigarro está terminando de evaporarse en este aire viciado de humo y de muerte. Sí, de muerte…porque ella acecha desde ese más allá, que ahora está más cerca que nunca.

Siento el ruido metálico de las rejas y el candado. Un guardia, o dos, ¡sabe Dios cuántos!, han venido a buscarme. Están aterrorizados. Se los veo en su cara. ¡Mira a ese como le tiemblan las manos! Le daré la última chupada a mi cigarro y dejaré que el humo suba tranquilamente, sin apuros. No hay premura para morir porque siempre hay tiempo. ¡Hay más tiempo que vida!

Las paredes siguen húmedas. Ahora el frío es mayor. Peor estaré dentro de poco, quizás en minutos. Mi cuerpo se enfriará al extremo de la rigidez y ya no sentiré nada. Bueno, eso espero.

Me llevan por este pasillo largo y tedioso. Trato de mirar hacia atrás y el guardia no me deja. Quiero ver por última vez el pabellón donde me encontraba. Le llaman el “Pabellón de la Muerte”, como si la muerte solo pudieras encontrarla cerca de aquí. Los guardias están nerviosos e inseguros, como si fueran ellos las víctimas de este régimen.

Me han sacado por este pasillo directo al patio. No había estado antes aquí. Un foco es mecido por el viento y debajo está ese poste del que tanto he escuchado hablar. Recuerdo las anécdotas sobre los que allí han fusilado. ¡Miles! Es increíble pensar que haya tanta maldad en la tierra. ¡Tanta ignominia y tanta impunidad! Pero peor ha sido la indiferencia del mundo. Los que han virado su rostro para no ver. Se han tapado los oídos para no escuchar los gritos de los que en su desesperación piden auxilio. Es muy triste. Lo siento por ellos mismos. Sí, por los indiferentes, los que piensan que a ellos nunca les sucederá. Si supieran…

Me han parado delante del poste y quieren vendarme los ojos. Yo no lo acepto. Quiero ver la vida antes de irme, sabe Dios, adonde…Quiero ver el amanecer de una patria que en un día no lejano estará libre. No me importa que nadie me recuerde, porque jamás he hecho algo para que me encumbren. ¡Dios lo sabe!

Los guardias están tan nerviosos que parece que es a ellos a quienes van a fusilar. Uno de ellos, el que cogió mis manos para amarrarlas al poste, estaba más frío de lo que yo estaré pronto. Tienen miedo, mucho miedo, quizás el que yo nunca he sentido.

Ahí están, frente por frente a mí. Serios y circunspectos. Esperando la señal de la muerte. Ni siquiera saben por qué matan. Solo cumplen órdenes superiores.

Aquel guardia, el que está al centro del pelotón, parece que ha visto la muerte misma. Tiene sus ojos desorbitados de lo asustado que está, como si fuera él la víctima. Parece que es su primera misión de matar. Me imagino que le dicen que somos lo peor que ha dado la tierra, y sin más, vienen y te disparan al pecho, o a cualquier parte del cuerpo.

Ya están subiendo las armas. El jefe del pelotón, que parece que es el que más edad tiene, está dando las órdenes. Ese sí parece que sabe lo que hace y que tiene mucha experiencia en esto de matar fríamente. Me mira con tanto odio como si yo le hubiera hecho daño. Pero yo sigo tranquilo. Sé que pronto terminará la pesadilla. Ya no tendré que verle las caras a estos sicarios sedientos de sangre. ¡El jefe hasta se sonríe! Es evidente que siente una inmensa satisfacción al hacer esto. ¿A cuántos habrá torturado en su vida? ¿Se sabrá algún día o quedarán impunes sus crímenes?

De veras que estoy tranquilo. Siento una paz inmensa que me fortalece aún más. No tengo por qué arrepentirme, todo lo que he hecho ha sido por el bien común de todos los que nos quedamos sin libertad hace muchos años. Desde ese entonces no he parado de luchar, y creo que he hecho justamente lo necesario. Aunque desgraciadamente no hemos logrado ser libres. Las ataduras de las tiranías son fuertes y represivas al extremo. Pero no podemos perder la fe.

¿La f’e? ¡Dios mío! De eso se trata. Esa misma fe en Dios es la que nos ha hecho continuar sin temor por caminos difíciles y llenos de obstáculos. ¡Si no fuera por esa misma fe! Teniendo en cuenta que nos han tratado de arrancar a Dios del corazón por tantos años, ahora me doy cuenta que ha sido imposible. Esa batalla nunca la pudieron ganar los opresores.

El pelotón ya está listo. Sus hombres están nerviosos, pero listos a disparar para acabar con mi vida. También acabarán con la vida de mi familia, la que nunca tendrá paz después de esto. No puedo hacer nada por cambiar las cosas. Soy consecuente con mi manera de pensar y de actuar. No cambiaría nada de lo que hecho en mi vida.

Me están mirando con miedo. Lo sé. Lo presiento. Lo respiro en el aire. El aire está saturado de muerte y de miedo. Estoy escuchando la orden de: “¡En su lugar!”. Estoy tranquilo porque ya todo está acabando. La segunda orden es aún más fuerte: “¡Apunten!”, aunque sentí temblor en la voz del jefe del pelotón. No puede negar que la satisfacción es grande, pero también teme, como los otros. ¿A cuántos habrá dado la orden de disparar? Los estoy mirando a los ojos. No pudieron vendármelos y ahora tienen que verme frente a frente. Ellos están mirando la muerte. Yo mirando la ignominia. Nos cruzamos miradas que luego se perderán en el vacío que dejará mi vida. Pero antes de dar la otra orden gritaré con todas mis fuerzas: “¡Viva Cristo Rey!”.

Se molestaron tanto que la tercera orden ya viene: “¡Fuego!” Siento que mi cuerpo está cayendo lentamente. Mis ojos se nublan y apenas puedo ver a mi alrededor. Parece todo tan lento…Siento ahora unos pasos que se acercan a mí. Todavía puedo ver algo, aunque siento un dolor insoportable. Algo caliente que casi me quema. Debe ser la sangre que corre por mi cuerpo como un río al caer en una cascada vertiginosa. Veo el rostro de mi madre, de mis hijos, mis hermanos. Mis compañeros de lucha. Veo el rostro del fiscal que solicitó la pena de muerte con una sonrisa sarcástica en sus labios. Veo el camino al cementerio cuando era un niño y les hacía bromas a mis amigos.

Los pasos se acercan cada vez más. Estoy sintiendo una bota encima de mi pecho que hace que me falte el aire. Es el jefe del pelotón que acerca su rostro al mío para decirme algo que no escucho. Pero veo su cara y su risa a carcajadas. Me está enseñando su pistola y diciendo algo. No sé qué es. Me imagino que alguna bravuconería tonta porque estoy en el suelo y no puedo moverme. La humedad del suelo me hace sentir mucho frío y mi cuerpo empieza a temblar. El tipo vuelve a reír estruendosamente. No puedo decirle lo que pienso de él ahora porque no puedo mover la boca, está rígida. Veo que acerca su pistola a mi cabeza. Será el tiro de gracia que acabará con esta pesadilla larga y dolorosa. ¡Que acabe, Dios mío!

Está casi amaneciendo. Estoy mirando el cielo, que aunque oscuro aún, ya da síntomas de aclarar. ¿Iré a ese cielo? Ya quiero irme, a donde sea, pero ya no aguanto el dolor. Siento el metal frío de la pistola en mis sienes. Ya queda poco. Adiós a todos los que he querido siempre. Adiós a los míos, pero no a mi lucha, porque no sé cómo, pero seguiré luchando desde cualquier lugar en que me encuentre.

Una explosión acaba de producirse. Se me van las ideas. Algunos rostros pasan delante de mí. Se interponen entre el cielo y yo. Rostros de quienes han partido ya. El ruido seco de la explosión me explica qué sucedió: es mi propia muerte.

martes, 3 de noviembre de 2009

MARÍA ELENA - (ARTÍCULO)


Por: Iliana Curra

La conocí al llegar al correccional de la Prisión de “Manto Negro” ubicado en la Carretera del Guatao en La Habana. Parecía una niña. Era de baja estatura y delgada, casi al punto de la desnutrición. Llevaba varios años encarcelada cumpliendo una condena por un homicidio pasional, según me contó. Su voz, clara y potente, no concordaba con su tamaño, ni complexión física.

No recuerdo el momento exacto en que entablamos amistad. Solo recuerdo que tuvimos afinidades ideológicas que la convirtieron de inmediato en el correo más seguro para intercambiar cartas con las presas políticas del penal.

María Elena siempre estaba riendo, siempre un chiste a la mano para alegrar la vida de quienes estaban a su alrededor. Tenía un carácter alegre que a veces compartía con momentos de disgusto, porque disgustos nunca faltan en un lugar llamado prisión.

También leía la Biblia, pues se había convertido en una persona con mucha fe, que la mantenía viva y con grandes deseos de salir de la prisión. Tenía planes futuros, y estaba realmente arrepentida por la muerte de su novio, el mismo que un día espantoso matara en una discusión donde hubo violencia de ambas partes. No lo pensó dos veces y le disparó con un fusil AK-M que tenía tan cerca de ella como para no poder evitar la tragedia. Fueron sus últimos minutos como guardia de un batallón militar.

Casi al mes de encontrarme encerrada en el correccional ya había elaborado muchas denuncias sobre la situación en la cárcel de “Manto Negro”. Y justamente, el día que correspondía salir de pase a casi todo el correccional, sucedió algo que cambió para siempre mi destino y también el de María Elena.

Era la madrugada del 22 de diciembre de 1994. La noche anterior habíamos recopilado toda la información que saldría a la calle. María Elena sería la responsable de llevarla a la casa de una expresa política que recién había cumplido su condena. Recuerdo que se acercó a la ventana del albergue donde dormía y me llamó. Me dijo que le deseara suerte y se fue, pero necesariamente no sucedió lo que queríamos.

La realidad es que la estaban esperando. Alguna delación pudiera haber sido el fruto de una requisa completa de cuerpo, inesperada y violenta. Sentí sus gritos evitando que le quitaran los papeles. Me tiré de la litera y a una velocidad increíble llegué a la oficina donde dos guardias trataban de arrebatarle los papeles por la fuerza. Cuando intenté entrar, cerraron de un golpe la puerta de la oficina. Sin pensarlo dos veces, comencé a golpear, tanto la puerta, como los cristales de las ventanas. Les gritaba a las guardias que la soltaran y no la golpearan más. A mis gritos salieron las reclusas de sus albergues y también ellas empezaron a golpear la puerta y a gritarles por el abuso que estaban cometiendo.

Un carro jaula de la prisión llegó a la velocidad de un rayo y se parqueó en la misma entrada de la oficina, de él se bajaron varios guardias que empezaron a empujarnos y quitarnos del medio. Las reclusas corrieron a sus albergues y a mí alguien me agarró por el cuello y me entró a la fuerza a la oficina del “Oficial de Guardia”. Un oficial del penal de nombre Oscar me tenía contra la pared y me gritaba, entre otras cosas, “¡Violamos los derechos humanos y qué!”. “¡Denúnciame, que a mí eso no me importa!”.

Vi cómo se llevaban a María Elena en el carro jaula y gritaba con todas sus fuerzas: “¡Ustedes sí violan los derechos humanos!”. Casi cargada la montaron en el carro. Fue la última vez que la vi. A mí me llevaron para una celda de castigo del correccional para luego recibir la visita de un alto oficial de la Seguridad del Estado que me auguró un traslado bien lejos de La Habana. Su promesa fue cumplida luego de permanecer 39 días en una celda de castigo especial ubicada en un destacamento con reclusas infectadas de SIDA. A las dos nos revocaron la causa.

Estando en la celda de castigo de la prisión de “Manto Negro” pude enviarle una notica a María Elena donde le explicaba que estaba allí y que se cuidara mucho. Según supe, estaba en la enfermería del penal negándose a comer. María Elena estaba baja de peso y esa situación tuvo que haber empeorado su salud. En las condiciones en que me encontraba era muy difícil comunicarme, pues ese destacamento se hallaba en lo último del penal, aislado y con guardia permanente. Las reclusas tenían prohibido pasar, ni siquiera, por las afueras del destacamento. La orden era de que allí había castigada una CR, que significa “contrarrevolucionaria”. El calificativo lo decía todo.

Nunca más pude saber de María Elena. Mi traslado a Camagüey eliminó la posibilidad de comunicarnos. En octubre de 1995 fui trasladada provisionalmente desde Kilo-5 en Camagüey a “Manto Negro” porque me llevaron a ver a mi padre que había sido operado de cáncer. Me dejaron tres días en depósito en una celda de un lugar llamado “Guardarropía”, que es donde llevan a las presas que por primera vez llegan al penal. Para tenerme allí sacaron a todo el mundo y la orden fue que nadie podía pasar por la puerta. Un día escuché la voz de María Elena tratando de llegar al lugar, pero de inmediato fue detenida por un guardia que le dijo que tenía que retirarse. No pude verla. Tampoco supe ya jamás de ella.

Hace poco tiempo me encontré con alguien que la conoció. Él trabajaba como empleado civil en el matadero de ocas y me contó la forma en que ayudaba a María Elena a sacar las denuncias del correccional. Fue expulsado de su trabajo por la Seguridad del Estado, a pesar de ser un trabajador civil, y me dijo que María Elena había sido trasladada para una cárcel en Guantánamo.

Su labor como periodista independiente en la isla le hizo conocer, a través de otra persona, que una muchacha llamada María Elena González Rodríguez se había suicidado en una celda de castigo. Había sido encerrada desnuda, pero al amanecer, la encontraron ahorcada con una sábana. Su edad estaría alrededor de los 30 años.

No existe una confirmación real de este caso. Somos varias las personas que la conocimos que queremos tener la verdad. Primero que todo, porque no creemos en el suicidio de esta muchacha valiente en extremo que no consideraba la muerte como un escape a la dura realidad de una cárcel. Segundo, porque su fe religiosa era tan grande como su valor y sabemos que jamás tendría semejante final.

¿Suicidio o asesinato? Solamente Dios lo sabrá. También sus verdugos, los que algún día tendrán que sentarse en el banquillo de los acusados para responder por el crimen.

¿Vive actualmente? ¿Está en una de las tantas cárceles perdidas en la isla? La respuesta quedará en el viento. Son esos mismos vientos los que tendremos que cambiar para que, en Cuba, un día nada lejano, todo sea diferente.