El seudo-dictador de Venezuela, Hugo Chávez, ha sobrepasado las estupideces que decía el vejete de La Habana con aquello de la guerra bactereológica, entre otras cosas absurdas. Porque decir que el cáncer descubierto a varios presidentes de América Latina (sin contar a Fidel que es un tirano de 53 años en el poder), es culpa de los norteamericanos, es realmente risible. Chávez, que ya no sabe qué decir en su verborrea barata, deberían sedarlo todos los días para que no siga cayendo en las payasadas que están quedando para la historia. Total, que parece un garbanzo en remojo, se hincha y se hincha... explotará algún día?
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JOSE MARTI.
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miércoles, 28 de diciembre de 2011
viernes, 1 de julio de 2011
HUGO CHÁVEZ: "ME HUNDÍ".

HUGO CHÁVEZ: “ME HUNDÍ”
Por: Iliana Curra
Fue la frase por excelencia de su discurso de apenas 15 minutos desde La Habana, Cuba. Particularmente no me sorprendió lo que dijo, ya se conocían rumores de que tuviera un tumor cancerígeno, y yo, que iré directo al Infierno porque me porto mal todos los días, deseo que se muera. Así, sin hipocresías.
He estado escuchando a personalidades venezolanas que, desde la oposición, han deseado que el presidente se recupere, otros opositores cubanos en Miami dicen que no se alegran de la enfermedad de este gorila golpista y todos esperan que mejore. Yo no. Yo le deseo que se joda. Está bueno de tanta hipocresía y hacernos los más cristianos, cuando desde el fondo de nuestra mente queremos salir, tanto de Hugo Chávez, como de Fidel Castro.
Tal parece que es un síndrome de culpabilidad, o complejo de convertirnos en los malos de la película, cuando los culpables y los malos son los dos, tanto el vejete de Cuba que no acaba de irse al Infierno, como el otro que le han encontrado cáncer, pero que hasta hace unos días ha estado acabando con su país y llevando la desgracia también a países vecinos como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, entre otros. Un golpista que se impuso luego en el poder por las urnas y ha cambiado la constitución a su favor, encarcelando a quienes se oponen, arremetiendo contra los estudiantes, contra la oposición y tratando de imponer su llamado socialismo del siglo XXI, cuando todos sabemos que no es más la extensión del comunismo castrista que como tentáculos siempre ha tratado de absorber a América Latina, y Hugo Chávez ha sido la pieza clave para llevar a cabo ese asqueroso proyecto.
No tengo ningún problema en desear que Hugo Chávez y Fidel Castro se mueran. Es más, no les deseo que sufran tanto, que ahora mismo hagan un rápido viaje al Infierno para que no pasen por la agonía lenta y destructora de una enfermedad, como sí han tenido que pasar muchos presos políticos en las cárceles, tanto de Cuba como en Venezuela, sin recibir atención médica, sino todo lo contrario, han sido pateados y tirados en celdas húmedas y frías hasta su final. Con solo dos ejemplos, los de Pedro Luis Boitel y Orlando Zapata Tamayo, queda la constancia del sufrimiento de tantos miles.
Espero que cuando Hugo Chávez se hunda totalmente, Venezuela tome el camino de la libertad, quitando del medio a todos aquellos que junto a él han llevado a la nación a la hecatombe económica, moral y política. Que Bolivia también enderece su camino, así como Ecuador y Nicaragua que, por cierto, todos sus presidentes deben estar temblando de miedo con el futuro incierto que tienen sin los petrodólares de Chávez para mantener su socialismo barato. Especialmente, Daniel Ortega, debe estarse tomando una botella de Wisky tras otra para olvidar que pronto se le pudiera acabar el sostenimiento de su desastroso gobierno corrupto y amoral. Este pedófilo borracho tendría también sus días contados en el poder.
El futuro está cambiando de color porque nada es eterno, ni siquiera la represión, el odio, la arrogancia y el sustento de la maldad, y si el Coronel Hugo Chávez no lo sabía, ahora debiera estar comprendiéndolo.
Tanto a él como a su vejete amigo solo les espera la oscuridad y la desesperanza, y si tuvieran alguna luz, será el fuego de las calderas del Diablo, ese que con sus manos abiertas les dará una acogida digna de dictadores malvados, aunque ya a Castro solo le queda la gorra y la mala idea, porque ni casco siquiera.
“Me hundí”, dijo Hugo Chávez, pero todavía falta por hundirse mucho más y yo se lo deseo. Pero como creo en Dios, para que parezca más adornado, lo diré de mejor manera: Que Dios lo acoja en su seno. Amén.
Fue la frase por excelencia de su discurso de apenas 15 minutos desde La Habana, Cuba. Particularmente no me sorprendió lo que dijo, ya se conocían rumores de que tuviera un tumor cancerígeno, y yo, que iré directo al Infierno porque me porto mal todos los días, deseo que se muera. Así, sin hipocresías.
He estado escuchando a personalidades venezolanas que, desde la oposición, han deseado que el presidente se recupere, otros opositores cubanos en Miami dicen que no se alegran de la enfermedad de este gorila golpista y todos esperan que mejore. Yo no. Yo le deseo que se joda. Está bueno de tanta hipocresía y hacernos los más cristianos, cuando desde el fondo de nuestra mente queremos salir, tanto de Hugo Chávez, como de Fidel Castro.
Tal parece que es un síndrome de culpabilidad, o complejo de convertirnos en los malos de la película, cuando los culpables y los malos son los dos, tanto el vejete de Cuba que no acaba de irse al Infierno, como el otro que le han encontrado cáncer, pero que hasta hace unos días ha estado acabando con su país y llevando la desgracia también a países vecinos como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, entre otros. Un golpista que se impuso luego en el poder por las urnas y ha cambiado la constitución a su favor, encarcelando a quienes se oponen, arremetiendo contra los estudiantes, contra la oposición y tratando de imponer su llamado socialismo del siglo XXI, cuando todos sabemos que no es más la extensión del comunismo castrista que como tentáculos siempre ha tratado de absorber a América Latina, y Hugo Chávez ha sido la pieza clave para llevar a cabo ese asqueroso proyecto.
No tengo ningún problema en desear que Hugo Chávez y Fidel Castro se mueran. Es más, no les deseo que sufran tanto, que ahora mismo hagan un rápido viaje al Infierno para que no pasen por la agonía lenta y destructora de una enfermedad, como sí han tenido que pasar muchos presos políticos en las cárceles, tanto de Cuba como en Venezuela, sin recibir atención médica, sino todo lo contrario, han sido pateados y tirados en celdas húmedas y frías hasta su final. Con solo dos ejemplos, los de Pedro Luis Boitel y Orlando Zapata Tamayo, queda la constancia del sufrimiento de tantos miles.
Espero que cuando Hugo Chávez se hunda totalmente, Venezuela tome el camino de la libertad, quitando del medio a todos aquellos que junto a él han llevado a la nación a la hecatombe económica, moral y política. Que Bolivia también enderece su camino, así como Ecuador y Nicaragua que, por cierto, todos sus presidentes deben estar temblando de miedo con el futuro incierto que tienen sin los petrodólares de Chávez para mantener su socialismo barato. Especialmente, Daniel Ortega, debe estarse tomando una botella de Wisky tras otra para olvidar que pronto se le pudiera acabar el sostenimiento de su desastroso gobierno corrupto y amoral. Este pedófilo borracho tendría también sus días contados en el poder.
El futuro está cambiando de color porque nada es eterno, ni siquiera la represión, el odio, la arrogancia y el sustento de la maldad, y si el Coronel Hugo Chávez no lo sabía, ahora debiera estar comprendiéndolo.
Tanto a él como a su vejete amigo solo les espera la oscuridad y la desesperanza, y si tuvieran alguna luz, será el fuego de las calderas del Diablo, ese que con sus manos abiertas les dará una acogida digna de dictadores malvados, aunque ya a Castro solo le queda la gorra y la mala idea, porque ni casco siquiera.
“Me hundí”, dijo Hugo Chávez, pero todavía falta por hundirse mucho más y yo se lo deseo. Pero como creo en Dios, para que parezca más adornado, lo diré de mejor manera: Que Dios lo acoja en su seno. Amén.
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