ESTE ES UN BLOG INFORMAL PARA DECIR LO QUE SIENTO Y LO QUE QUIERO. SI NO TE GUSTA, BUSCA OTRO,

"ARTE SOY ENTRE LAS ARTES. Y EN LOS MONTES, MONTE SOY"
JOSE MARTI.

martes, 15 de diciembre de 2009

EL BÁSICO, EL NO BÁSICO Y EL DIRIGIDO (ARTÍCULO)

Por: Iliana Curra

Los que pertenecen a mi generación deben recordarlo. Se trata, nada más y nada menos que, del derecho a comprar tres tipos de juguetes racionados por la libreta y que fueron llamados de esta forma. El Básico, que era el juguete principal o el mejorcito, el No básico, era el juguete con menos importancia en cuanto a calidad o no sé qué, y el Dirigido, no era más que, si acaso, un juego de yakis, una suiza o algo menos que ésos dos mencionados.

El derecho a comprar los juguetes para el extinto Día de los Reyes en Cuba llegaba en forma de sorteo. Había varios días en los que tenías la posibilidad de comprarlos, pero cuando te tocara, que podía ser desde el primer día hasta el quinto o sexto. En fin, que el primer día, quizás, pudieras comprar hasta una bicicleta rusa, si es que te tocaba el número uno en la lista, pues solo llegaba una bicicleta por tienda. Luego eran otros tipos de juguetes como son: los bebés, las muñecas, los disfraces de vikingos para los varones, patines, etc. Si te tocaba el segundo día, al menos, podías soñar con algún juguete que valiera la pena, pero a partir del tercero, todo lo que quedaba eran juguetitos que no llenaban la imaginación de ningún niño.

De todas formas ya sabíamos que los Reyes Magos no existían. Habían sido expulsados de nuestros sueños, habían tenido que partir al exilio en busca de la libertad que necesitaban para repartir juguetes sin racionamiento, sin temor a la represión y sin que los llevaran a la cárcel con camellos y todo.

Pero la benevolente revolución tenía para nosotros, los niños de antaño, una forma de vender esos juguetes importados de la Unión Soviética y China, de la mejor manera que saben hacerlo: controlado, limitado y basados en la llamada igualdad social para el pueblo. Al final, todos éramos iguales, pero había otros más iguales que nosotros.

Y era así como siempre nos tocaba, a mi hermana y a mí, comprar casi el último día de la famosa venta de juguetes, donde teníamos que conformarnos con algo parecido a un juguetito que pudiera costar ahora el precio de noventa y nueve centavos en cualquier tienda de Miami. Por supuesto, aquellos estaban por debajo de la calidad de cualquiera de éstos ahora.

Y era así como “celebrábamos” el Día de los Reyes Magos, que ya no llamaban así, porque los Reyes Magos se habían convertido en opositores al régimen y cabalgaban por otras partes del mundo llevando sus sueños en bolsas cargadas al hombro, repartiendo ilusiones a otros niños que no tenían que usar pañoletas de pioneros comunistas, ni gritar consignas arcaicas llenas de odio. Nosotros, seguíamos siendo los niños cubanos que la revolución magnánimamente nos hacía llegar sus limosnas, mientras que los hijos de los dirigentes, o los “hijos de papá”, como se les conocía, tenían los mejores juguetes comprados en países capitalistas que los demás mirábamos como algo lejano e imposible y, boquiabiertos y estupefactos, no entendíamos entonces esa “igualdad social” de la que nos hablaban, mientras nos imponían un sistema que después de 50 años sigue en pie ante la mirada indiferente del mundo libre, los intelectuales de pacotilla y los presidentes electos democráticamente que visitan la isla para tirarle unas monedas de limosnas a los niños de ahora que, ni siquiera, pueden soñar con un juguete, a no ser que tengan familiares en el extranjero que les envíen dólares imperialistas para comprarlos en tiendas de moneda convertible.

El básico, el no básico y el dirigido, pasaron a la historia como una etapa triste de la niñez cubana. Hoy sigue esa misma tristeza en los niños que no tienen acceso a un juguete, ya ni siquiera de la forma absurda en que los vendían en aquella época. El único derecho que tienen es el de sobrevivir simulando y pasar de la niñez a la adultez de un solo salto, perdiendo la mejor etapa de sus vidas.

2 comentarios:

aserecubano dijo...

Siempre me moví entre los días 3º y 5º nunca tuve la suerte de comprar ni el día 1º, ni el 2º así que cuando me tocaba ya quedaba de los reyes nada mas que juguetes mediocres, aunque eso si me fascinaba ese olor a juguete nuevo que a día de hoy ya esta extinto, aquí en España entras a un toyRus y huele a cualquier cosa menos a juguetes.

Iliana Curra dijo...

No creo, lo del olor es porque queda en el recuerdo de esos momentos en que tanto lo necesitabamos y no teníamos. Ahora es diferente. Eso se llama añoranza. Yo tampoco tuve un primer día de juguetes, siempre me tocaba a los finales cuando casi nada quedaba. Esa era la "igualdad social" comunista.