HEBE DE BONAFINI, LA VIEJA TERRORISTA, ESTA EN PROBLEMAS.

Hebe de Bonafini, la viejita "buena gente" que siempre acusa con su dedo a todos, menos a ella misma y a sus acólitos. La misma que brindó en La Habana cuando derribaron las Torres Gemelas en un brutal ataque terrorista. La misma que defiende la dictadura militar castrista y vive todavía de la dictadura militar argentina de hace años. La vieja hipócrita que habla de paz y vive permanentemente del odio contra la humanidad. Aquí la tienen, siempre en problemas.

El lado oscuro de Bonafini

Por: Sergio Paz Murga

(Tomado de Opinión.com)

En la Argentina de los Kirchner –la de Néstor antes y la de Cristina ahora– algo huele mal, muy mal. Ya no solo es que la familia presidencial haya aumentado sospechosamente sus cuentas bancarias en los últimos años sino también la de sus amigos más cercanos como, por ejemplo, las “venerables” Madres de la Plaza de Mayo.

Comandadas por Hebe de Bonafini –una anciana ultraizquierdista y de carácter irascible como un pitbull en sus peores días– llevan bregando en la realidad argentina desde finales de los setenta.

Bajo la figura de una asociación, las madres surgieron para dar a conocer al mundo una cruda y triste realidad: la desaparición de miles de personas en la última y sangrienta dictadura argentina (1976-1983).

Ellas iniciaron una lucha desesperada para encontrar a sus hijos, muchos vinculados a movimientos y agrupaciones de izquierda que desaparecieron de la noche a la mañana por órdenes de la Junta Militar.

Si bien es cierto, su lucha ha sido reconocida por organismos defensores de los derechos humanos y hasta por la misma ONU, también es verdad que su papel ha sido más que polémico por su accionar en torno al poder de turno en la Casa Rosada.

Ahora, estas mismas madres, ya ancianas, y que llevan pañuelos blancos en sus cabezas que les dan cierta candidez, están en el ojo de la tormenta por graves denuncias de corrupción que involucran la desaparición de US$ 150 millones. Dinero, claro está, del erario público de todos los argentinos.

Para agravar aún la situación está la publicación recientemente de un libro escrito por Sergio Schoklender, ex apoderado de la Fundación Madres de la Plaza de Mayo y que saca a la luz hechos escabrosos de Bonafini y sus “compañeras”.

En “Sueños Postergados”, el ex financista ha dejado boquiabierto a más de un argentino al revelar que las santas madres, representantes máximas de los progres gauchos, se financiaban con asaltos a mano armada.

“En los años noventa, cuando se quedaban sin plata para el funcionamiento de las Madres, salían a recaudar a la calles. En negocios, en supermercados más bien. Tratábamos de que fuesen lugares que representaran más la concentración oligárquica, no la farmacia de la esquina”, explicó Schoklender en una entrevista al periodista Martín Caparrós.

Para tal cometido las madres se habían hecho de un arsenal impresionante que incluía ametralladoras, granadas y pistolas de todo tipo que guardaban en una universidad que administran.

Según Schoklender, las armas también servían al objetivo de prepararse para la revolución que tumbara el régimen de Carlos Menem (1989-1999), quien había ubicado al peronismo a la derecha y había amnistiado a los militares de la dictadura.

Además, Bonafini tenía la intención de llevar a correligionarios a Colombia y México para que sean entrenados por la guerrilla de las FARC y los zapatistas, respectivamente.

Otro de los planes que se armó en 1999 fue el secuestro del almirante Massera, el miembro más temido de la Junta Militar y responsable a fines de los setenta de la ESMA.

Schoklender señala que las madres querían dar un mensaje a los antiguos represores para que supieran lo que es estar desaparecido, que nadie sepa si la persona estaba viva o muerta. Hebe, al final desistió y nadie sabe por qué.

Negocios prósperos
La suerte de las madres, un tanto marginadas de la vida política cambió, sin embargo, con la llegada de los Kirchner en el 2003.

Fue el presidente Hugo Chávez quien se reunió con Hebe Bonafini para que apoye a Néstor, pese a que ella había dicho que todos los políticos argentinos era la “misma mierda”.

Desde el comienzo congeniaron bien y la relación se volvió en amor desmedido, cuando el entonces mandatario decidió apoyarla no solo moral sino también económicamente.

A sus apariciones cada vez más frecuentes en la Casa Rosada iban los anuncios por lo bajo del envío de dinero a su fundación. La prensa argentina ha revelado que Kirchner dio US$ 300 millones para que la fundación construyera viviendas a bajo costo para los pobres. La revolución, por supuesto, quedó relegada mientras el arsenal desapareció.

El problema surgió cuando se denunció que Schoklender, de 53 años, comenzó a comprarse yates, mansiones, aviones y autos deportivos. En total, se ha contabilizado la pérdida de US$ 150 millones.
Bonafini ha manifestado que no sabe nada de esa fortuna y que en todo caso el único responsable es su ex apoderado, a quien ha tildado de “traidor”.
Según Bonafini, en los últimos siete años nunca vio nada turbio y ya denunciaron a Schoklender y a su hermano Pablo por los delitos de asociación ilícita, administración fraudulenta y falsedad documental.
Para las madres, el libro de su ex apoderado no es más que una venganza por haberlo puesto al descubierto en sus negocios ilícitos. Pero, como bien dice la prensa independiente, el escándalo estalló por presión de la justicia y no de la fundación.

Hasta hace dos años Bonafini aseguraba que Schoklender era “lo más maravilloso que le había pasado”. Un tipo “ciento por ciento entregado a la causa”. La pregunta que surge, entonces, es: ¿a cuál de las causas se refería Hebe, a la de sus hijos desaparecidos o la administración de millones por lo bajo?

Ramificación internacional
Incluso, los malos negocios involucraron a la misma hija de la presidenta de Madres de la Plaza de Mayo. Días atrás la justicia boliviana abrió una causa contra Sergio Schoklender y María Alejandra Bonafini.

Según la Unidad de Investigaciones Financieras del país andino, ambos personajes están involucrados en fraude y lavado de dinero, y ha pedido a Interpol sus antecedentes policiales, judiciales y movimientos migratorios.
La petición de la justicia boliviana ha sido girada también a sus pares de Ecuador, Venezuela, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Brasil y Paraguay.

La modalidad es la misma, la entrega de dinero por parte del gobierno argentino para que construya casas para pobres en varios países que nunca se realizaron. A lo sumo, se levantaron algunas edificaciones en Uruguay y nada más.
El gobierno de Cristina Fernández, que podría ser el primero en pedir explicaciones por el destino de millones de dólares de todos los argentinos, ha preferido callar y dar cobijo bajo sus alas protectoras a las santas madres.

A cambio, la fundación se yergue como una de las principales defensoras del régimen en contra de algunos sectores opositores e independientes. Favor con favor se paga, dicen en Buenos Aires.

La última campaña fue una parodia de juicio “político y ético” que hicieron las madres el viernes contra el Grupo Clarín.

El grupo sufre el acoso económico del gobierno por su postura independiente que trata de quitarle el control de Papel Prensa, que provee el material para la impresión de sus publicaciones.

“Cuando yo era chica no había papel higiénico. Usábamos papel de diario”, dijo Bonafini a su estilo y en clara referencia al uso que las personas deberían dar al periódico, que es uno de los más respetados del país.

En Clarín, ni se inmutaron. Ellos saben bien que son las madres las que tienen más porquerías que limpiar. Que vuelvan a su lucha primigenia ?encontrar a sus hijos desparecidos?, les pidieron, en vez de ensuciarse más con los políticos que una vez condenaron y ahora les pagan sus cuenta