M. VICENT - El país.
¿Qué les ha dicho la Iglesia?
R. Con nosotros no hablaron de plazos ni de momentos. Si a Fariñas le dijeron eso, ojalá sea así.
¿Cómo evalúa las gestiones de la Iglesia?
R. Nos llenan de esperanza. Las gestiones son muy válidas, tanto para las Damas de Blanco como para los presos, y ya se ven los primeros resultados. Nosotras, gracias a una petición de la Iglesia, ya podemos desfilar sin que nos hagan actos de repudio, y si ahora se produce el acercamiento de los presos, la hospitalización de los enfermos y después su excarcelación, pues va en la buena línea.
¿A qué cree que se debe la nueva actitud del Gobierno?
R. No sé, pero parece que ha empezado a escuchar a la Iglesia. Y eso es bueno, pues se está dando una respuesta positiva y sin violencia. Como le decía, desde el 1 de mayo no ha habido más actos de repudio.
R. No lo creo, él es joven, no está enfermo y está cerca, en la prisión de La Habana. Pero eso no es lo importante. Cualquier gestión vale la pena: si acercan a los presos, vale la pena; si liberan a uno o a dos de los más enfermos, vale la pena. De cualquier modo, nosotros seguiremos pidiendo la libertad de todos.
¿Los desfiles van a continuar?
R. Hasta el último preso.
La Habana, 24 de mayo de 2010.
Berta Soler es una de las mujeres más activas del movimiento de las Damas de Blanco. Es esposa de Ángel Moya, miembro del Grupo de los 75, condenado a 20 años de cárcel en la primavera de 2003. Desde entonces, cada domingo desfila pacíficamente y vestida de blanco por la Quinta Avenida de La Habana en demanda de la liberación de su esposo y del resto de los opositores encarcelados. El sábado visitó junto a algunas de sus compañeras al cardenal Jaime Ortega, quien les informó de la marcha de las gestiones de la Iglesia. Por primera vez en mucho tiempo, ve un rayo de luz en el horizonte.
Berta Soler es una de las mujeres más activas del movimiento de las Damas de Blanco. Es esposa de Ángel Moya, miembro del Grupo de los 75, condenado a 20 años de cárcel en la primavera de 2003. Desde entonces, cada domingo desfila pacíficamente y vestida de blanco por la Quinta Avenida de La Habana en demanda de la liberación de su esposo y del resto de los opositores encarcelados. El sábado visitó junto a algunas de sus compañeras al cardenal Jaime Ortega, quien les informó de la marcha de las gestiones de la Iglesia. Por primera vez en mucho tiempo, ve un rayo de luz en el horizonte.
¿Qué les ha dicho la Iglesia?
Respuesta. La Iglesia nos ha explicado que hay unas conversaciones y unas gestiones a favor de los presos, y que podrían fructificar. Se habla del acercamiento de los presos a sus provincias de origen y de la hospitalización de los más enfermos. También nos han dicho que continuarán las gestiones y contactos con el Gobierno para lograr la excarcelación de los presos enfermos.
P. ¿De qué plazos estamos hablando? A Guillermo Fariñas, al parecer, le dijeron que las primeras medidas podrían ejecutarse esta semana.
P. ¿De qué plazos estamos hablando? A Guillermo Fariñas, al parecer, le dijeron que las primeras medidas podrían ejecutarse esta semana.
R. Con nosotros no hablaron de plazos ni de momentos. Si a Fariñas le dijeron eso, ojalá sea así.
¿Cómo evalúa las gestiones de la Iglesia?
R. Nos llenan de esperanza. Las gestiones son muy válidas, tanto para las Damas de Blanco como para los presos, y ya se ven los primeros resultados. Nosotras, gracias a una petición de la Iglesia, ya podemos desfilar sin que nos hagan actos de repudio, y si ahora se produce el acercamiento de los presos, la hospitalización de los enfermos y después su excarcelación, pues va en la buena línea.
¿A qué cree que se debe la nueva actitud del Gobierno?
R. No sé, pero parece que ha empezado a escuchar a la Iglesia. Y eso es bueno, pues se está dando una respuesta positiva y sin violencia. Como le decía, desde el 1 de mayo no ha habido más actos de repudio.
¿Su marido podría beneficiarse de las medidas humanitarias?
R. No lo creo, él es joven, no está enfermo y está cerca, en la prisión de La Habana. Pero eso no es lo importante. Cualquier gestión vale la pena: si acercan a los presos, vale la pena; si liberan a uno o a dos de los más enfermos, vale la pena. De cualquier modo, nosotros seguiremos pidiendo la libertad de todos.
¿Los desfiles van a continuar?
R. Hasta el último preso.
2 comentarios:
Con ellas no hay quien pueda, pero la iglesia, yo dudo.
Yo también, Zoe.
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