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JOSE MARTI.

jueves, 17 de febrero de 2011

COMO SI NO HUBIESE OCURRIDO NADA. ARTICULO.

(Foto de Teresita Mayans con mi hijo Emmanuel)


(Tomado de El Nuevo Herald)
Como si no hubiese ocurrido nada
By TERESITA MAYANS


La culpa de la desgracia que cayó sobre Cuba en 1959 se ha discutido frecuentemente en los más variados encuentros de integrantes de la sociedad cubana.
Nadie quiere cargar con la responsabilidad. Lo que sí parece cierto es que si los cubanos ``de antes'' la pusieron, los cubanos de ``después'' la mantuvieron.

Plagiando el análisis del escritor checoslovaco Milan Kundera, este ruidoso tema lo define con exactitud cuando dice que los que crearon los regímenes comunistas no fueron los criminales sino los entusiastas convencidos que habían descubierto el único camino que conduce al paraíso.
Lo defendieron y para ello ejecutaron a miles de cubanos. Los irracionales gritos de ¡paredón! crispaban los nervios mientras las turbas integradas por elementos marginales agitados por los discursos de Fidel Castro, saqueaban las casas y rompían vidrieras y parquímetros. El cociente de todo lo ocurrido y visto desde todos los ángulos, ese calor nacional trajo por consecuencia el desplome de la civilización.

Estos creadores defendieron con frenesí aquellos peligrosos disparates convertidos en interminables discursos lanzados al aire por Fidel Castro lo mismo en las estaciones de radio y televisión, en la escalinata de la Universidad, o en cualquier lugar donde su alarde verbal y populachero, rayano en el tremendismo, era el manto propicio para cubrir su propósito, dejando boquiabiertos a un público que con atención sumisa escuchaban, muchas veces sin entender y sin sospechar siquiera que muchas de sus alocuciones eran copiadas de viejos discursos de Hitler que se prestaban para impresionar a multitudes y manejarlas.

Más tarde se llegó a la conclusión generalizada de que no existía paraíso alguno, de modo que los entusiastas resultaron asesinos.

Al decursar el tiempo y resumiendo hechos la voz del luto y de la miseria empezó a gritarles a los comunistas: ``Sois responsables de la desgracia del país empobrecido, de la falta de su independencia, de los asesinatos''. Los acusados (ya arrepentidos por la fuerza del hambre entre otras particularidades) respondían: ``No sabíamos, nos engañaron, creímos de buena fe, somos inocentes''.

Los que decían ser inocentes tenían miedo de que el pueblo los juzgara presintiendo la caída de la dictadura en un futuro mediato o inmediato. La cobardía se hizo un hábito de conducta y de pronto dejó de ser vista como tal.

Era delito que la razón se opusiera a lo que decía Fidel Castro o el Partido, que era lo mismo y el peligro engendró terror y una sencilla palabra en desacuerdo con los lineamientos del gobierno era como estar sentado fumando sobre un barril de pólvora.

El silencio se hizo cómplice y la sumisión también; por consiguiente, el miedo cerval a la represión, al castigo, se hizo parte integral de la nueva y vergonzosa conducta.

Este temor implicaba muchas rarezas y explica el nuevo carácter que forma en la desgracia al ``hombre nuevo''.

a historia de nuestro país no está exenta de cambios y ahora resulta que cuando un cubano del exilio (o contrarrevolucionario o apátrida) va a Cuba con dólares, en el hogar hay fiesta, se viste de gala y de necesarias ``pacotillas'' --para usar una de las palabras de la neolengua de los castristas-- que venden en las diplotiendas o para extranjeros y este exilado es atendido como un rey.

Para evitar todo este desastre miles de cubanos y cubanas fueron encarcelados y asesinados por el régimen a través de estos 52 años de dictadura. Y estos siniestros brujos, desde los Castro hasta el último de sus cómplices que convirtieron a aquella Cuba rutilante y civilizada en ruinas, que ni siquiera pudieron conservar lo que había, esos que vejaban y ultrajaban a las mujeres cuando iban a ver a sus hijos presos en cualquier prisión política de la isla, hoy quieren deshacerse de ese cargo como si nada hubiese ocurrido: ``Me engañaron, creí de buena fe''. Nada, que como dice Mirta Iglesias: ``Yo perdono, cuando me devuelvan vivos a los muertos''.

Ex prisionera política y escritora cubana.

2 comentarios:

asere cubano dijo...

Iliana muy bueno este articulo.

Iliana Curra dijo...

Gracias, Guille. Yo felicité a Teresita Mayans y luego lo puse en el blog. Un abrazo para tí.