Por: Iliana Curra
No importa lo que se hable a diario del dolor del presidio político cubano. No importa la indiferencia y la apatía de un mundo evasivo que solo le gusta escuchar otras noticias que no lo vinculen con el sufrimiento de los cubanos. A fin de cuentas, Fidel Castro sigue siendo para ellos el “líder” que se ha enfrentado al “imperialismo norteamericano”, a ese mismo que le piden tanta ayuda cuando la necesitan.
Pero la historia nadie la puede cambiar, está ahí siempre, presente en todo momento, y es por eso que presentes estaban en el Koubek Center de la 2705 SW 3rd. Street en Miami, decenas de mujeres que pasaron por las cárceles castristas en estos cincuenta años y medio de dictadura militar.
Sus cabezas encanecidas hablaban de los años transcurridos y el sufrimiento que se lleva eternamente en el corazón, sobre todo cuando la lucha aún no ha terminado porque el régimen totalitario todavía está allí, en esa isla empobrecida y esclavizada, enviando a prisión a las nuevas generaciones que siguieron el ejemplo de tantos y tantos cubanos que nunca se doblegaron.
“Recuento para la historia” no es un libro como tal, es un tremendo documento histórico que, con cientos de fotos, demuestra a ese mundo indiferente y cómplice a la vez, la verdad de una Cuba que todavía padece la represión, la cárcel y la muerte.
Rostros muy jóvenes de quienes envejecieron con el dolor del presidio político más aberrante y barbárico de América Latina y, posiblemente del mundo. No se conoce otro presidio femenino en tiempos de paz tan grande como el cubano.
Desafortunadamente, Cuba aún sigue cautiva a manos de una banda de facinerosos que la tomaron como rehén en 1959, pero todas esas mujeres, ya con su pelo blanco por los años y el sufrimiento, siguen dispuestas a liberarlas. No hay dudas de eso.
Particularmente quiero agradecer a aquellos que trabajaron intensamente en la confección de este documento, especialmente a Nelson Rodríguez Dieguez, un hombre que padeciera también los horrores del presidio político, y que no ha querido dejar a Cuba sin historia, especialmente sin la historia de miles de mujeres que pasaron por las cárceles, muchas de las cuales ya han muerto, y otras han enloquecido por las torturas a que fueron sometidas, como el caso específico de Zoila Aguila Almeida: La Niña del Escambray.
Gracias, Nelson, por tu sencillez, tu modestia y tu eterno amor por Cuba.
No importa lo que se hable a diario del dolor del presidio político cubano. No importa la indiferencia y la apatía de un mundo evasivo que solo le gusta escuchar otras noticias que no lo vinculen con el sufrimiento de los cubanos. A fin de cuentas, Fidel Castro sigue siendo para ellos el “líder” que se ha enfrentado al “imperialismo norteamericano”, a ese mismo que le piden tanta ayuda cuando la necesitan.
Pero la historia nadie la puede cambiar, está ahí siempre, presente en todo momento, y es por eso que presentes estaban en el Koubek Center de la 2705 SW 3rd. Street en Miami, decenas de mujeres que pasaron por las cárceles castristas en estos cincuenta años y medio de dictadura militar.
Sus cabezas encanecidas hablaban de los años transcurridos y el sufrimiento que se lleva eternamente en el corazón, sobre todo cuando la lucha aún no ha terminado porque el régimen totalitario todavía está allí, en esa isla empobrecida y esclavizada, enviando a prisión a las nuevas generaciones que siguieron el ejemplo de tantos y tantos cubanos que nunca se doblegaron.
“Recuento para la historia” no es un libro como tal, es un tremendo documento histórico que, con cientos de fotos, demuestra a ese mundo indiferente y cómplice a la vez, la verdad de una Cuba que todavía padece la represión, la cárcel y la muerte.
Rostros muy jóvenes de quienes envejecieron con el dolor del presidio político más aberrante y barbárico de América Latina y, posiblemente del mundo. No se conoce otro presidio femenino en tiempos de paz tan grande como el cubano.
Desafortunadamente, Cuba aún sigue cautiva a manos de una banda de facinerosos que la tomaron como rehén en 1959, pero todas esas mujeres, ya con su pelo blanco por los años y el sufrimiento, siguen dispuestas a liberarlas. No hay dudas de eso.
Particularmente quiero agradecer a aquellos que trabajaron intensamente en la confección de este documento, especialmente a Nelson Rodríguez Dieguez, un hombre que padeciera también los horrores del presidio político, y que no ha querido dejar a Cuba sin historia, especialmente sin la historia de miles de mujeres que pasaron por las cárceles, muchas de las cuales ya han muerto, y otras han enloquecido por las torturas a que fueron sometidas, como el caso específico de Zoila Aguila Almeida: La Niña del Escambray.
Gracias, Nelson, por tu sencillez, tu modestia y tu eterno amor por Cuba.
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