ESTRELLA RIESGO
La víspera del Día de Reyes, el 5 de enero de 1969, Estrella Riesgo se apresta a irrumpir por la fuerza en la Base Naval de Guantánamo, Cuba con 100 arriesgados cubanos. Con apenas 18 años había contraído matrimonio con el que sería el padre de sus dos hijitas. Al tomar el poder el gobierno de Fidel Castro, comienzan las desavenencias en el matrimonio y cuando Estrella decide irse del país, ya Lázaro Gustavo Gálvez, teniente de la Marina y funcionario del gobierno, se ha divorciado de ella y contraído matrimonio con su segunda esposa. Aunque él le promete darle el permiso para sacar a las niñas, le aclara a posteriori que el Partido Comunista le prohíbe darles el permiso.
El hermano de Estrella le avisa que un amigo suyo tiene un camión-rastra “para dar un viajecito” y realizan el primer intento de fuga la víspera de San Lázaro, el 17 de diciembre de 1963, pero llega una contraorden y tienen que regresar a La Habana desde Guantánamo, en el otro extremo de la Isla. Estrella había mentido, diciendo que llevaba a las niñas a Pinar del Río, donde vivía su abuela. Tan pronto regresaron, el padre de las niñas las abrumó con preguntas sobre el viaje que habían dado con su madre al campo, inquiría sobre le paseo en camión, el nombre del lugar y si había mar, tratando de confirmar sospechas.
-Nuevamente, el 3 de enero tomamos un ómnibus hacia Oriente. Estuvimos en esa guagua toda la noche del 3 y todo el día y la noche del 4; finalmente, llegamos a Santiago de Cuba al amanecer del 5. Allí estuvimos paseando hasta que se hizo de noche y nos montamos en la rastra que nos esperaba al fondo de la terminal de ómnibus, Hicimos un recorrido recogiendo gente que estaba en el mismo plan; éramos más de cien… ¡algo increíble! Pasamos toda la noche en el camino desde Santiago hasta Guantánamo…
…Nuestro propósito era entrar con la rastra, pero eso no fue posible porque ya casi en los albores del día 6 la rastra se cae en un zanjón y queda virada de lado. A la orden de “¡Todos al piso, tírese todo el mundo!”, yo agarré a la niña mayor, alguien toma a la pequeña y nos echamos a correr. Desde donde quedó virada la rastra no se veía la base. Yo estaba medio atontada, después de tres noches sin dormir con las niñas tiradas sobre mí, apretujada entre hombres, mujeres y chiquillos dando gritos…me tambaleo y pierdo tiempo en echarme a correr, tropiezo con unos palos y caigo al suelo con la niña sobre mí y que queda una pierna atrapada entre los palos…no es fácil levantarse de una situación así…una persona me ayudó a levantarme pero ha había perdido tiempo para brincar la cerca de la frontera…
…De pronto aparece un “fronterizo” (guardafronteras), metralleta en mano, gritando, “¡Que te pares te digo, que te pares, que te voy a tirar!”, y por ahí empezó a gritar las obscenidades más vulgares. Cruzaba junto a nosotras Carmita Alonso con su hija. El fronterizo logró echarnos para atrás y los demás que llegaron nos hicieron un cerco y nos tiraron al piso. Entonces empezaron a disparar a tiro limpio y yo sentía cómo las balas silbaban sobre mi cabeza…Tenía la boca reseca, con esa resequedad que da la pólvora. Yo pegué la cabeza a la tierra, abracé a mi hijita, empecé a rezar y mientras esperaba la muerte decía: “Aquí hay que morirse, dicen que los tiros no duelen, que no se sienten, ahora, a morirnos”…
…Cuando llegan los guardias, nos separan en tres grupos, a las mujeres de los hombres y de los niños. Rastrillan las metralletas y llega en motocicleta el que parece ser el soldado principal y manda a parar el tiroteo. Suena otro tiro y la sangre de un herido salpica a mi hermano que está en el suelo, y un señor santiaguero, ya mayor, le grita, “¡Asesino, lo mataste!” El jefe le da un tiro en la pierna y lo lanzan sobre un camión donde casi se desangra…
…De allí nos pasaron por dos o tres campamentos, nos retrataron varias veces, nos llevaron a Seguridad en Santiago y allí estuvimos tres días. Aquel cuartucho era lo más deprimente del mundo. El pañal con que mi hijita tuvo que revolcarse por la tierra de la base estaba más limpio que los colchones de aquellas literas. En ese cuartico éramos 25, entre niños y mayores. Para repartir entre cinco o seis niños, pasaban una latica de leche con agua. A nosotros nos daban un agua de chícharos o garbanzos repleta de gorgojos. Vivian me decía, “Mami, que rica la papa”, y aquella comida estaba llena de bichos enteros…
…Nos mandaron para Villa Marista en La Habana. Allí volvieron a retratarnos. Mi hermana vino a recoger la niña pero no pudo impedir que el padre se la llevara. Mi madre y yo estuvimos presas juntas en la granja el primer año. Logré, por medio de abogados, tener algunas visitas, pero la niña me rechazaba. Ya estaba tan adoctrinada por el madre y la madrastra que ella misma me decía: “Usted no es mi mamá, mi familia es ésta y usted no tiene que venir a verme. Y a mi hermanita que se llevaron para los Estados Unidos le van a sacar los ojos, porque allí matan a los niños y les sacan los ojos”. Y hasta el sol de hoy no he vuelto a ver a mi hija…
…El chofer de la rastra, Eufemio “Mane” Delgado, es el que se hacer cargo de la niña, la entra a la base y la trae con él para el exilio. La cuida durante varios días mientras mi papá desde Cuba localiza a una tía mía aquí y ella se hace cargo de la niña porque Mane tiene cuatro hijos y era mucho para él. Hasta que mi padre me hizo saber que mi hija estaba a salvo yo creí enloquecer. No hay palabras con las que pueda describir mi angustia…
…El padre de las niñas estaba obseso con reclamar a Estrellita hasta tal extremo que hizo una reclamación contra este gobierno y se celebró un juicio aquí en Estados Unidos ofreciendo mi libertad a cambio de que la niña fuese devuelto a Cuba. Hubo que custodiar a Estrellita, teñirle el pelo y mantenerla oculta para que no la fueran a secuestrar. Fue muy duro, pero por fin el juez le dio la patria potestad a mi tía…
…Mi tía tiene cinco hijos, todos varones, y de pronto llegó a esa familia una hembrita. Se encariñaron con ella como propia y le dieron una educación extraordinaria, como pocas niñas reciben…colegio de monjas, clases de piano, viajes…
…Mientras yo estuve presa le decían, “Si quieres a tu mamá reza por ella”. Pero cuando llegué yo, comenzaron los problemas con el consabido “¡Ay, si te vas con tu mamá me muero”. Era una verdadera odisea. La niña estaba en una edad muy mala, ya tenía 12 años y llevaba 10 sin verme. Yo me había hecho peluquera al llegar aquí pero nunca tuve el gusto de darle un recortito siquiera, la llevaban a otra peluquería. Nunca pude repasarle una tarea. Cada vez que quería verla, ella tenía que estudiar o que dar un viaje. Yo pude haberla obligado a pleiteado con abogados, pero consideré que iba a crearle un trauma muy serio y renuncié a tenerla. Pensé que algún día ella recapacitaría, que era mejor darle tiempo al tiempo…
La víspera del Día de Reyes, el 5 de enero de 1969, Estrella Riesgo se apresta a irrumpir por la fuerza en la Base Naval de Guantánamo, Cuba con 100 arriesgados cubanos. Con apenas 18 años había contraído matrimonio con el que sería el padre de sus dos hijitas. Al tomar el poder el gobierno de Fidel Castro, comienzan las desavenencias en el matrimonio y cuando Estrella decide irse del país, ya Lázaro Gustavo Gálvez, teniente de la Marina y funcionario del gobierno, se ha divorciado de ella y contraído matrimonio con su segunda esposa. Aunque él le promete darle el permiso para sacar a las niñas, le aclara a posteriori que el Partido Comunista le prohíbe darles el permiso.
El hermano de Estrella le avisa que un amigo suyo tiene un camión-rastra “para dar un viajecito” y realizan el primer intento de fuga la víspera de San Lázaro, el 17 de diciembre de 1963, pero llega una contraorden y tienen que regresar a La Habana desde Guantánamo, en el otro extremo de la Isla. Estrella había mentido, diciendo que llevaba a las niñas a Pinar del Río, donde vivía su abuela. Tan pronto regresaron, el padre de las niñas las abrumó con preguntas sobre el viaje que habían dado con su madre al campo, inquiría sobre le paseo en camión, el nombre del lugar y si había mar, tratando de confirmar sospechas.
-Nuevamente, el 3 de enero tomamos un ómnibus hacia Oriente. Estuvimos en esa guagua toda la noche del 3 y todo el día y la noche del 4; finalmente, llegamos a Santiago de Cuba al amanecer del 5. Allí estuvimos paseando hasta que se hizo de noche y nos montamos en la rastra que nos esperaba al fondo de la terminal de ómnibus, Hicimos un recorrido recogiendo gente que estaba en el mismo plan; éramos más de cien… ¡algo increíble! Pasamos toda la noche en el camino desde Santiago hasta Guantánamo…
…Nuestro propósito era entrar con la rastra, pero eso no fue posible porque ya casi en los albores del día 6 la rastra se cae en un zanjón y queda virada de lado. A la orden de “¡Todos al piso, tírese todo el mundo!”, yo agarré a la niña mayor, alguien toma a la pequeña y nos echamos a correr. Desde donde quedó virada la rastra no se veía la base. Yo estaba medio atontada, después de tres noches sin dormir con las niñas tiradas sobre mí, apretujada entre hombres, mujeres y chiquillos dando gritos…me tambaleo y pierdo tiempo en echarme a correr, tropiezo con unos palos y caigo al suelo con la niña sobre mí y que queda una pierna atrapada entre los palos…no es fácil levantarse de una situación así…una persona me ayudó a levantarme pero ha había perdido tiempo para brincar la cerca de la frontera…
…De pronto aparece un “fronterizo” (guardafronteras), metralleta en mano, gritando, “¡Que te pares te digo, que te pares, que te voy a tirar!”, y por ahí empezó a gritar las obscenidades más vulgares. Cruzaba junto a nosotras Carmita Alonso con su hija. El fronterizo logró echarnos para atrás y los demás que llegaron nos hicieron un cerco y nos tiraron al piso. Entonces empezaron a disparar a tiro limpio y yo sentía cómo las balas silbaban sobre mi cabeza…Tenía la boca reseca, con esa resequedad que da la pólvora. Yo pegué la cabeza a la tierra, abracé a mi hijita, empecé a rezar y mientras esperaba la muerte decía: “Aquí hay que morirse, dicen que los tiros no duelen, que no se sienten, ahora, a morirnos”…
…Cuando llegan los guardias, nos separan en tres grupos, a las mujeres de los hombres y de los niños. Rastrillan las metralletas y llega en motocicleta el que parece ser el soldado principal y manda a parar el tiroteo. Suena otro tiro y la sangre de un herido salpica a mi hermano que está en el suelo, y un señor santiaguero, ya mayor, le grita, “¡Asesino, lo mataste!” El jefe le da un tiro en la pierna y lo lanzan sobre un camión donde casi se desangra…
…De allí nos pasaron por dos o tres campamentos, nos retrataron varias veces, nos llevaron a Seguridad en Santiago y allí estuvimos tres días. Aquel cuartucho era lo más deprimente del mundo. El pañal con que mi hijita tuvo que revolcarse por la tierra de la base estaba más limpio que los colchones de aquellas literas. En ese cuartico éramos 25, entre niños y mayores. Para repartir entre cinco o seis niños, pasaban una latica de leche con agua. A nosotros nos daban un agua de chícharos o garbanzos repleta de gorgojos. Vivian me decía, “Mami, que rica la papa”, y aquella comida estaba llena de bichos enteros…
…Nos mandaron para Villa Marista en La Habana. Allí volvieron a retratarnos. Mi hermana vino a recoger la niña pero no pudo impedir que el padre se la llevara. Mi madre y yo estuvimos presas juntas en la granja el primer año. Logré, por medio de abogados, tener algunas visitas, pero la niña me rechazaba. Ya estaba tan adoctrinada por el madre y la madrastra que ella misma me decía: “Usted no es mi mamá, mi familia es ésta y usted no tiene que venir a verme. Y a mi hermanita que se llevaron para los Estados Unidos le van a sacar los ojos, porque allí matan a los niños y les sacan los ojos”. Y hasta el sol de hoy no he vuelto a ver a mi hija…
…El chofer de la rastra, Eufemio “Mane” Delgado, es el que se hacer cargo de la niña, la entra a la base y la trae con él para el exilio. La cuida durante varios días mientras mi papá desde Cuba localiza a una tía mía aquí y ella se hace cargo de la niña porque Mane tiene cuatro hijos y era mucho para él. Hasta que mi padre me hizo saber que mi hija estaba a salvo yo creí enloquecer. No hay palabras con las que pueda describir mi angustia…
…El padre de las niñas estaba obseso con reclamar a Estrellita hasta tal extremo que hizo una reclamación contra este gobierno y se celebró un juicio aquí en Estados Unidos ofreciendo mi libertad a cambio de que la niña fuese devuelto a Cuba. Hubo que custodiar a Estrellita, teñirle el pelo y mantenerla oculta para que no la fueran a secuestrar. Fue muy duro, pero por fin el juez le dio la patria potestad a mi tía…
…Mi tía tiene cinco hijos, todos varones, y de pronto llegó a esa familia una hembrita. Se encariñaron con ella como propia y le dieron una educación extraordinaria, como pocas niñas reciben…colegio de monjas, clases de piano, viajes…
…Mientras yo estuve presa le decían, “Si quieres a tu mamá reza por ella”. Pero cuando llegué yo, comenzaron los problemas con el consabido “¡Ay, si te vas con tu mamá me muero”. Era una verdadera odisea. La niña estaba en una edad muy mala, ya tenía 12 años y llevaba 10 sin verme. Yo me había hecho peluquera al llegar aquí pero nunca tuve el gusto de darle un recortito siquiera, la llevaban a otra peluquería. Nunca pude repasarle una tarea. Cada vez que quería verla, ella tenía que estudiar o que dar un viaje. Yo pude haberla obligado a pleiteado con abogados, pero consideré que iba a crearle un trauma muy serio y renuncié a tenerla. Pensé que algún día ella recapacitaría, que era mejor darle tiempo al tiempo…
4 comentarios:
Este es uno de los relatos más conmovedores que existe en el libro de Mignon Medrano, "Todo lo dieron por Cuba", al menos en mi opinión. Lo escuché estando en Cuba y me llegó muy profundo. Hoy por hoy conozco a Estrella, y es una persona agradable, sencilla y una gran amiga.
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