Por: Iliana Curra
La situación interna de Honduras es grave, no porque el mando militar haya cumplido las órdenes de la Corte Suprema y haya depuesto al presidente Manuel Zelaya, quien intentaba realizar cambios en la constitución para perpetuarse en el poder. Ya la izquierda latinoamericana ha logrado hacerlo de igual forma y todos sabemos cómo y por qué lo han hecho.
Las órdenes llegan desde La Habana, nadie puede dudar que el cerebro de toda esta componenda está en Cuba, y los bolsillos en Venezuela, donde un golpista, ahora, más demócrata que nadie por conveniencia, hace de las suyas repartiendo dinero al por mayor. Solo basta recordar el “maletazo” de la señora Cristina Kirschner en Argentina, algo que la opinión pública olvidó de pronto para no sentirse comprometido con la situación.
Particularmente, creo que fue un grave error exiliar a Manuel Zelaya. Le han dado la posibilidad de estar chillando todo el tiempo a favor de su puesto como presidente de Honduras y de reunirse con la tropa de delincuentes que opera en América Latina, como son: Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y el enviado de Cuba -ya que Raúl Castro no se atrevió a tanto- así como los que ahora aprovechan la oportunidad para fortalecer el comunismo en la región.
José Miguel Insulza, quien luchó hasta el infinito para admitir a Cuba en la OEA, ahora se rasga las vestiduras. Su perpetua hipocresía hablando de democracia es realmente asqueante. Resulta que a una dictadura de 50 años y medio la admite en la organización, mientras se entromete en una nación que está resolviendo un problema interno debido al peligro que tenía de perder su democracia. Así actúan también las Naciones Unidas, la Unión Europea y organizaciones que supuestamente defienden los derechos humanos.
Honduras es un país soberano, pero sobre ella recae el peso de la izquierda internacional, aliada en estos momentos para socavar sus decisiones. Mientras tanto, todos ellos apoyan y han apoyado por años la dictadura militar castrista, llaman a Fidel Castro ex presidente, a su hermanito presidente, cuando no son más que unos cuatreros al mando de un país con su dictadura de facto.
Toda esta alianza izquierdo-comunista se ha ido creando desde hace muchos años por el Foro de Sao Paulo, que a su vez no son más que esos gobiernos disfrazados de indigenismo, el ecologismo radical, la teología de la liberación y otras “asignaciones” para controlar la región. Este Foro fue constituido para “conjugar esfuerzos” de los movimientos y partidos de izquierda radical a raíz de la caída del muro de Berlín y el comunismo de Europa del Este.
Es por eso que América Latina se codea con un Lula Da Silva en Brasil, quien aparenta moderación, pero trabaja desde adentro su ideología bien definida, así como los ya mencionados y otros sin mencionar que andan por la comarca latinoamericana.
¿Qué puede esperar el nuevo gobierno hondureño de la comunidad internacional? Pues mucho repudio de quienes solo apoyan la izquierda, porque son de izquierda, y valga la redundancia. Cuando miran hacia Cuba, la aplauden como dictadura comunista que es, pero cuando miran hacia Honduras, le van encima como nación soberana que quiere sacudirse el comunismo que se aferra como la hiedra. Lo mismo pasa con Venezuela, donde se viola la constitución, se limita la libertad de expresión y se vive una incertidumbre sin fin.
Manuel Zelaya pudiera ser restituido en su cargo apoyado por la OEA y cuanta fanfarria exista a nivel internacional, incluyendo a los Estados Unidos y una administración blanda en política internacional, ya Hillary Clinton lo está demostrando. Sería un error que pagaría luego el pueblo hondureño cuando se radicalice un régimen comunista en Honduras financiado por Hugo Chávez y dirigido por La Habana.
Quisiera equivocarme, quisiera que Honduras continuara en su labor por mejorar como país, sin la injerencia de esa izquierda parte del Foro de Sao Paulo, pero los comunistas se han insertado en la política mundial y sobre todo en América Latina, apoyados por una Europa interesada solamente en sus inversiones, y por organizaciones que han sido penetradas hasta el tuétanos por los mismos que quieren exterminar la democracia.
Dios nos coja confesados.
La situación interna de Honduras es grave, no porque el mando militar haya cumplido las órdenes de la Corte Suprema y haya depuesto al presidente Manuel Zelaya, quien intentaba realizar cambios en la constitución para perpetuarse en el poder. Ya la izquierda latinoamericana ha logrado hacerlo de igual forma y todos sabemos cómo y por qué lo han hecho.
Las órdenes llegan desde La Habana, nadie puede dudar que el cerebro de toda esta componenda está en Cuba, y los bolsillos en Venezuela, donde un golpista, ahora, más demócrata que nadie por conveniencia, hace de las suyas repartiendo dinero al por mayor. Solo basta recordar el “maletazo” de la señora Cristina Kirschner en Argentina, algo que la opinión pública olvidó de pronto para no sentirse comprometido con la situación.
Particularmente, creo que fue un grave error exiliar a Manuel Zelaya. Le han dado la posibilidad de estar chillando todo el tiempo a favor de su puesto como presidente de Honduras y de reunirse con la tropa de delincuentes que opera en América Latina, como son: Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y el enviado de Cuba -ya que Raúl Castro no se atrevió a tanto- así como los que ahora aprovechan la oportunidad para fortalecer el comunismo en la región.
José Miguel Insulza, quien luchó hasta el infinito para admitir a Cuba en la OEA, ahora se rasga las vestiduras. Su perpetua hipocresía hablando de democracia es realmente asqueante. Resulta que a una dictadura de 50 años y medio la admite en la organización, mientras se entromete en una nación que está resolviendo un problema interno debido al peligro que tenía de perder su democracia. Así actúan también las Naciones Unidas, la Unión Europea y organizaciones que supuestamente defienden los derechos humanos.
Honduras es un país soberano, pero sobre ella recae el peso de la izquierda internacional, aliada en estos momentos para socavar sus decisiones. Mientras tanto, todos ellos apoyan y han apoyado por años la dictadura militar castrista, llaman a Fidel Castro ex presidente, a su hermanito presidente, cuando no son más que unos cuatreros al mando de un país con su dictadura de facto.
Toda esta alianza izquierdo-comunista se ha ido creando desde hace muchos años por el Foro de Sao Paulo, que a su vez no son más que esos gobiernos disfrazados de indigenismo, el ecologismo radical, la teología de la liberación y otras “asignaciones” para controlar la región. Este Foro fue constituido para “conjugar esfuerzos” de los movimientos y partidos de izquierda radical a raíz de la caída del muro de Berlín y el comunismo de Europa del Este.
Es por eso que América Latina se codea con un Lula Da Silva en Brasil, quien aparenta moderación, pero trabaja desde adentro su ideología bien definida, así como los ya mencionados y otros sin mencionar que andan por la comarca latinoamericana.
¿Qué puede esperar el nuevo gobierno hondureño de la comunidad internacional? Pues mucho repudio de quienes solo apoyan la izquierda, porque son de izquierda, y valga la redundancia. Cuando miran hacia Cuba, la aplauden como dictadura comunista que es, pero cuando miran hacia Honduras, le van encima como nación soberana que quiere sacudirse el comunismo que se aferra como la hiedra. Lo mismo pasa con Venezuela, donde se viola la constitución, se limita la libertad de expresión y se vive una incertidumbre sin fin.
Manuel Zelaya pudiera ser restituido en su cargo apoyado por la OEA y cuanta fanfarria exista a nivel internacional, incluyendo a los Estados Unidos y una administración blanda en política internacional, ya Hillary Clinton lo está demostrando. Sería un error que pagaría luego el pueblo hondureño cuando se radicalice un régimen comunista en Honduras financiado por Hugo Chávez y dirigido por La Habana.
Quisiera equivocarme, quisiera que Honduras continuara en su labor por mejorar como país, sin la injerencia de esa izquierda parte del Foro de Sao Paulo, pero los comunistas se han insertado en la política mundial y sobre todo en América Latina, apoyados por una Europa interesada solamente en sus inversiones, y por organizaciones que han sido penetradas hasta el tuétanos por los mismos que quieren exterminar la democracia.
Dios nos coja confesados.
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