Por Angel Cuadra
Tomado del Diario Las Américas
El dueño de una de las galerías de arte aquí en Miami, comentaba como está viniendo en viajes transitorios desde Cuba, un considerable número de pintores y otros artistas que tratan de establecer contactos con pintores y de otras ramas del arte en el exilio, en actividades como los viernes culturales de la Calle 8, por ejemplo. Ya no se trata de esas embajadas artísticas, como grupos musicales en los llamados intercambios culturales en grande que, por la índole propia de las mismas, son propicias a conflictos o rechazos públicos.
Se trata ahora de acercamientos a niveles personales. El visitante, apoyado en un punto de coincidencia –el arte en estos casos- con el colega exiliado, intenta transmitirle una buena imagen de la vida cultural en Cuba y, si puede, pasar a otros campos del acontecer social allá. Si encuentra algún rechazo o replica con su interlocutor, entonces tácticamente elude el punto y trata, incluso, de señalar alguna que otra coincidencia de crítica al régimen, deteniendo el intercambio en el punto en el que se have posible una convergencia en el arte y la cultura, sin el asentimiento político. Pero el mensajero ya tuvo un avance de acercamiento, y sutil condescendencia, en el ámbito personal de su desprevenido interlocutor.
Esto puede parecer una sutil tontería para el poco avisado observador. Sin embargo, es una de las formas –complementarias en última instancia- del avance y contrapeso del régimen castrocomunista, en un plan trazado contra el exilio enemigo.
El gobierno totalitario, con su magnífica maquinaria represiva policial, a lo largo del tiempo de su hegemonía en la Isla, ha ido venciendo a la oposición en los distintos campos de lucha. Dominó, a sangre y fuego, la insurrección de las guerrillas, como el frente del Escambray; controló, a cárcel y muerte, la subversión interna y la infiltración desde el exterior, y ha aventajado a la oposición en el plano de la opinión internacional, hasta ahora. Pero hay una oposición, o una vanguardia de la misma, a la que no ha podido exterminar: el exilio; el exilio militante, por llamarlo de alguna forma que se define por la persistencia.
Todos los pronósticos repetidos por Castro, el tirano mayor y su gobierno, de que ese exilio (calificado como apátrida, mercenario, ultraderechista) sería finalmente diluido en el tiempo y la distancia, y el “main stream” de lo extranjero, no se hicieron realidad. Ese exilio, como tal definido y mal calificado por el régimen; ese exilio se ha mantenido, tanto tiempo como el que la tiranía persiste en Cuba. Y es ese exilio el que, con medios y recursos muy inferiores, ha tratado de denunciar, con bastante éxito, al régimen en su índole perversa, en sus horrores y sus violaciones de los derechos humanos, en los foros internacionales; ese exilio que ha servido de caja de resonancia a los opositores y disidentes que actúan dentro de Cuba, y el que les ha procurado a aquéllos, en la medida posible, algunos medios de sobrevivencia. Luego, ese exilio, en ese y otros puntos, ha vencido; el régimen altanero no ha podido extinguirlo con sus métodos descalificadores y sus inmensos recursos desde la Isla. Tenía, pues, que ir a atacar a ese enemigo en su propio y último bastión: infiltrarse en el mismo y allí destruirlo o, al menos, neutralizarlo desde adentro.
Es así que ha ido desarrollando un plan de penetración (cosa que ya hemos denunciado desde have tiempo), no ya en centros académicos solamente; no sólo con embajadas artístico-musicales; no sólo agenciándose servidores que tienen programas de radio locales de poca audiencia y desacreditado activismo procastrista, sino en planos más directos y más bajos niveles. Crear una emigración favorable al régimen, no de manifiesta y desembozada tendencia procastrista, sino que baste con propiciar una condescendencia con el régimen, donde aparezca admitiéndose el equilibrio de puntos negativos y puntos positivos en dicho régimen; lo que dentro del exilio, en cuanto contestatario, sería la neutralización, y para el régimen sería una ganancia dentro del campo enemigo.
Pero que poco a poco vaya variando la correlación de fuerzas en el destierro, de modo que ese obstinado exilio, triunfante en cuanto persistente, vanamente apodado con calificativos cada día menos admisibles, vaya cediendo espacios a esa otra emigración, creada o alentada o utilizable, por el eficaz aparato de la inteligencia del gobierno castrocomunista.
Lo que puede parecer como una sutil tontería para el poco avisado, o incrédulo, o ingenuo, es de hecho una forma, también eficaz y complementaria, del avance del plan del régimen castrocomunista sobre el exilio militante, persistente o histórico que no han podido aniquilar todavía.En ese avance, el régimen seguirá buscando “compañeros de viaje”, cuya insólita fuente de captación también puede ser una galería de arte en Miami.
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